Estoy desde el principio aquí.
Silencioso como un áspid,
me muevo entre las gentes y sus vidas,
sus amores, esperanzas vanas, rozando sus proyectos
de futuro, sus casas construidas con amor o por amor.
Letal, como un verdugo sin rostro ni voz,
este hacha de Damocles se desliza por el aire
rasgando el enorme vacío que rodea todas las cosas,
la musitada nada que acompaña el todo de cada suspiro.
Se me intuye o no,
pero ahí estoy, como un caballo trotando
libre en las marismas de paz de vuestras psiques,
dejando huellas firmes que a más corro, más crecen.
Corro como un atleta,
o ando, como un potente atleta
que no puede perder. Ay, contrincantes,
oled, oled las rosas, carpe diem, tempus fugit.
De nada os servirá saber latín.
Estoy en vuestra sonrisa.
En vuestra médula espinal.
Soy lo que fallará algún día.
Compañero en armas de la muerte.
Sólo hay algo que puede conmigo.
La eternidad. Y yo la he visto. Es débil.
La eternidad se muere en los periódicos.
Se muere en África, en Sudamérica, en Asia,
se muere en Norteamérica y Europa, en Oceanía.
Se muere en la punta de los dedos torpes.
En la cuchara lenta.
Se muere en la televisión en "prime-time".
Se muere en el orgasmo de un amante.
En la universidad.
Hasta en las bibliotecas
se está muriendo la eternidad.
Vosotros, costumbristas, acomodados,
vagos, no alcanzaréis jamás lo inextrincable.
Sois asesinos. Lo eterno expira en vuestras manos
como un pájaro, un perro o un gato que se muere..
Ya no le tengo miedo a vuestra eternidad.
Mi nombre es Fin,
estoy aquí desde el principio.
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se asoman al espejo