Estoy aquí desde el fin.
Me instalo en las cosas muertas,
en la hoja de papel que se acaba de llenar,
en las bocas del último beso de un amor que se despide
de sí mismo para siempre.
Nazco de golpe tras el miedo,
soy la conclusión de la duda y el extrañamiento,
crezco en proyectos concluidos, en el acercamiento del enamorado
a su víctima amada.
Vivo en la muerte desde que existe.
Soy la explosión del genio del artista que estuvo mudo.
No puedo negarme a ser la parte más importante de lo que nace
irremediable y nuevo.
Me llaman Dios. Me llaman trueno.
Me llaman esperanza. Vida, me llaman.
Me llaman luz en la noche y sombra en el día.
Mi nombre no está escrito todavía.
Soy lo que esperas cuando esperas.
A veces estoy en tus lágrimas secas.
En las palabras de una mirada entre dos.
Soy lo que vendrá después del error.
Amante del final y su asesino.
Sólo hay algo que puede conmigo.
La eternidad. Y yo la he visto. Es débil.
La eternidad se muere en los finales.
Se muere en los gobiernos de los pueblos,
se muere en libros, en romances, todo
en la eternidad se muere lentamente.
Se le muere a la eternidad el miedo.
El terror se le muere, la desazón
y la desesperanza.
Se le mueren las artes, las ideas.
Los hombres se le mueren como copos de nieve.
Los hombres se le mueren como hojas de otoño.
Y ahí es donde empieza mi trabajo.
A partir de ahí me consolido.
Me hago paso y me poso
sobre las ramas como un ave rapaz
y me lanzo demente sobre la carroña.
Mi nombre es Principio,
mi vida empieza siempre ahora.
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se asoman al espejo