A la puta de la poesía no se le ve el pelo en la esquina.
Se habrá montado en el coche de cuaquiera
y andará en un descampado vendida por pocos euros.
A la señorita poesía se la ve todos los días.
Engalanada hasta arriba de envoltorios de juguete.
A la señorita poesía se la respeta, porque es muy pulcra.
A la puta de la poesía la encontraron el otro día tirada en un charco.
Porque algún chulo la cogió y le hizo lo que quiso sin pensar en ella.
Llora porque no volverá jamás a ser la poesía que era.
A la señorita poesía la siguen los perritos domesticados.
No pisa, cuando anda etérea mece bajo sus pies el mundo.
Usted debe tratarla de usted o callar o ni siquiera mirarla.
A la puta de la poesía le gusta juntar caracolas en la playa.
A la señorita poesía le gusta hacerse la permanente diaria.
La puta de la poesía duerme con libros y sueña.
La señorita de la poesiía no duerme bien, es vieja.
Siempre será un pozo, la puta de la poesía.